Proyecto: Bases conceptuales y normativas para un nuevo derecho en Bolivia: el Derecho a la no desinformación

Proyecto de investigación presentado por el Dr. Erick R. Torrico Villanueva al Instituto de Investigación, Posgrado e Interacción Social en Comunicación de la Carrera de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Mayor de San Andrés

 

Título:

Bases conceptuales y normativas para un nuevo derecho en Bolivia: el Derecho a la no desinformación.

 

Antecedentes y fundamentación

El Derecho a la Comunicación, que hasta la fecha no terminó de ser cabalmente formulado y, por tanto, tampoco fue formalizado del todo en la normativa internacional, representó el núcleo de la movilización intelectual y política que desde mediados de la década de 1970 dinamizó debates en el seno tanto del Movimiento de Países No Alineados (NOAL) como de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO).

El interés y la necesidad respecto de este derecho se actualizan hoy frente al surgimiento de un fenómeno –la desinformación– que representa una amenaza real para el ejercicio de varios de los más importantes derechos humanos y, consiguientemente, para la misma convivencia democrática.

La idea de este derecho había sido prefigurada en 1969 por el fundador de Eurovisión (la asociación de las televisiones públicas de Europa), el francés Jean D’Arcy, quien sostuvo que la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948 iba a incorporar en algún momento este nuevo derecho más allá del Derecho a la Información1, ya consignado en el Artículo 19 de ese documento:

Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión (Naciones Unidas, 2018, p. 11).

La aseveración anticipadora de D’Arcy tenía sentido por cuanto, como explica Antonio Pasquali, sólo la comunicación hace posible una relación recíproca que puede asegurar los derechos de quienes participan en ese proceso, a diferencia de la información, que supone un desbalance y constituye, entonces, una forma incompleta –“deteriorada”, dice él–, de comunicación2.

Fue con ese espíritu de reclamo, defensa y promoción de los derechos de las partes intervinientes en los procesos de intercambio de significados que paulatinamente se estructuraron los análisis y planteamientos que, sobre todo entre las décadas de 1960 y 1970, hicieron avizorar la eventual creación de un nuevo ordenamiento democratizador en esta materia.

Así, desde 1961, las reflexiones sobre la pervivencia y los efectos perversos de la colonización, los monopolios internacionales y las prácticas imperialistas que tuvieron lugar en los diferentes espacios generados por los NOAL, posibilitaron la introducción de la problemática del desequilibrio informativo en la agenda de reivindicaciones de los países del Sur (el Tercer Mundo, en el lenguaje de la época) que, en ese tiempo, eran considerados subdesarrollados a secas.

En 1973 la IV Conferencia Cumbre de los No Alineados (Argel) hizo recomendaciones para superar las asimetrías noticiosas y tres años más tarde el Simposio sobre Información de los NOAL (Túnez) adoptó el concepto de Nuevo Orden Informativo Internacional (NOII) para enfrentar la dominación de las agencias transnacionales de noticias. También en 1976 la Conferencia Ministerial de los Países No Alineados sobre la Descolonización de la Información (Nueva Delhi) defendió el derecho a informar e informarse y creó el Comité de Coordinación del Pool de Agencias de Noticias de los NOAL (Cfr. Torrico, 1989, pp. 264-266).

El Movimiento No Alineado ratificó en todos sus encuentros posteriores, inclusive a lo largo del decenio de 1980, la convicción sobre el carácter vital del NOII que consideró de igual relevancia que el Nuevo Orden Económico Internacional, que había propuesto en 1973. Y en 1981, en Georgetown, amplió el concepto inicial al de Nuevo Orden Internacional de la Información y la Comunicación (NOIIC)3.

Aquellos debates incidieron también en la agenda de la UNESCO, que en diciembre de 1977 conformó la Comisión Internacional para el Estudio de los Problemas de la Comunicación (más conocida como la Comisión MacBride), a la que encomendó la realización de un diagnóstico mundial cuyo resultado se tradujo en el informe final que la XXI Conferencia General de la organización aprobó, pese al rechazo de las potencias occidentales, en 1980. Un antecedente de relevancia para ello había sido la aprobación que se dio en 1978, en la XX Conferencia General, de la “Declaración sobre el papel de los medios de comunicación en la consolidación de la paz, el entendimiento internacional y la lucha contra el racismo, el apartheid y contra la incitación a la guerra”, de inspiración soviética en ese momento (Cfr. Torrico, 1987, p. 39).

 

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Proyecto: Medios y violencia de género. Prácticas y patrones discursivos en la presentación de cuatro casos de feminicidio en noticieros y programas nocturnos de las redes Bolivisión, UNO y Unitel en el período 2020-2023

Facultad

Facultad de Ciencias Sociales

Unidad

Instituto de Investigación, Posgrado e Interacción Social en Comunicación, IpiCOM

Línea de investigación

Medios de comunicación, revictimización y reproducción de la violencia

Título de la investigación propuesta

Medios y violencia de género. Prácticas y patrones discursivos en la presentación de cuatro casos de feminicidio en noticieros y programas nocturnos de las redes Bolivisión, UNO y Unitel en el período 2020-2023

Duración

Anual

Año

2024

Proponente

Marlene Choque Aldana, PhD(c)

 

ANTECEDENTES Y FUNDAMENTACIÓN DE LA TEMÁTICA Y SITUACIÓN PROBLEMÁTICA

Bolivia es uno de los países más afectados por la violencia de género en América Latina, al punto que se afirmó que este es el principal problema del país (Segato 2023). De acuerdo con información de WorldPopulationReview.com y el Observatorio de Igualdad de Género de la CEPAL, es el país sudamericano con la séptima tasa más alta de homicidio pero el país con la más alta tasa de feminicidio. La tasa de feminicidios por cada 100.000 mujeres en Bolivia (2,0) se acerca a la de El Salvador (2,1), que hasta hace un año era el país con más homicidios en el mundo (52 por cada 100.000 habitantes). La tasa de homicidios de Bolivia (6,2) está muy alejada de la del país centroamericano. Estos datos muestran que Bolivia no es un país violento sino un país violento con las mujeres (Choque 2023).

 

La preocupación que da origen a esta propuesta surgió en el desarrollo de dos investigaciones que la proponente llevó a cabo sobre el feminicidio y el intento de feminicidio en Bolivia (Choque 2021, 2023). Al realizar esas investigaciones se hizo evidente la necesidad de estudiar cómo en los medios (en los medios masivos y también en las redes sociales) se presenta la violencia, los sujetos involucrados (las víctimas, los victimarios, las covíctimas familiares) y cómo se definen los casos de violencia como tales. Al margen de la dificultad de estudiar los efectos de los medios en la desensibilización social respecto de la violencia contra las mujeres o en la posible normalización de la violencia, en la radio, la prensa y también en los programas de televisión nocturnos se observan prácticas discursivas y patrones discursivos, en la presentación de casos de violencia de género y en la interacción con las covíctimas familiares de feminicidio, que requieren conceptualización y análisis. PREMISA

Los medios masivos de comunicación juegan un papel crucial en la forma en que se procesa el conocimiento sobre la violencia en una sociedad. Si bien no constituyen toda la esfera pública (existen, por ejemplo, esferas particulares y una multitud de arenas de interacción discursiva que dependen de la tecnología de información y comunicación), ocupan un papel central en la esfera pública común. Los medios pueden contribuir de manera importante a la sensibilización sobre la violencia o también, en el caso contrario, contribuir paulatinamente a la desensibilización. Por la forma en que presentan los casos de violencia,

 

podrían crear conciencia sobre problemas y promover cambios desde la sociedad o desde el estado o, por el contrario, saturar al público con casos de violencia y conducir a la inacción. Los medios pueden contribuir a normalizar denominaciones que distinguen algunos tipos de violencia (tal es el caso del feminicidio, que socialmente no puede entenderse ya como “crimen pasional”), pero también pueden contribuir a vaciar de sentido las denominaciones.

 

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Proyecto: La comunicación popular y alternativa en la Bolivia de hoy: antecedentes, balance y perspectivas.

 

INSTITUTO DE INVESTIGACIÓN, POSGRADO E INTERACCIÓN SOCIAL EN COMUNICACION (IPICOM)

La comunicación popular y alternativa en la Bolivia de hoy: antecedentes, balance y perspectivas.

M.Sc. Tamara Graciela Liendo Villena

1. Antecedentes y fundamentación de la temática y situación problemática.

La comunicación popular y alternativa, según Badenes (2020), históricamente en América Latina fue definida y/o incluida en múltiples conceptos como sinónimo o relacionales (horizontal, dialógica, de base, participativa, educativa, popular alternativa, popular comunitaria, participatoria, grupal, comunitaria, intermedia, de base, emancipatoria, liberadora, movilizadora, del oprimido, militante, radical, de resistencia, libre, democrática, ciudadana, autogestionaria, autogestiva, asociativa, alterativa, para el cambio social, emergente, activista, comunicación popular para la libertad, comunicación popular emancipatoria), relacionada a medios sociales de comunicación (medios alternativos, minimedios, medios comunitarios, gremiales, sindicales, obreros, de vanguardia, contestatarios, cooperativos, autónomos, de contrainformación), o a experiencias de grupos organizados (movimientos políticos, sindicales, educativos, comunitarios, culturales, entre otros) que Mata refiere como “prácticas populares alternativas de comunicación” (1981, p.72). Para Vinelli (2014, p. 26) “la utilización indistinta de cada uno de estos términos, más allá de sus particularidades, tiene rasgos comunes que permiten agruparlos dentro de un mismo haz conceptual”, ligada a fundamentos políticos e ideológicos que luchan contra estructuras de dominación buscando mecanismos de liberación, que fuera de estos componentes dio cabida a un sinfín de propuestas que se cobijaban bajo el denominativo de “comunicación popular y alternativa” aunque realmente sólo se trataba de trabajo técnico y/o asistencialistas desarrollado en muchos casos por organismos internacionales u ONGs.

Son múltiples los autores reconocidos a nivel Latinoamericano como referentes de este campo de la comunicación: Luis Ramiro Beltrán, Joao Bosco, Hans Magnus Enzensberger, Jerónimo Gerace, Paulo Freire, Enrique González Manet, Frans Hinkelammert, Mario Kaplún, Armand Mattelart, Antonio Pascualli, Diego Portales, Daniel Prieto, Máximo Simpsom, Fernando Reyes Matta, Rafael Roncagliolo, Gregorio Selser, Juan Somavía, Aníbal Quijano, Rafael Roncagliolo, Armand Mattelart, Díaz Bordenave, Fernando Reyes Matta, Héctor Schmuder, Marita Mata, Alfredo Paiva, Daniel Prieto Castillo, Luiz Beltrao, entre otros.

En Bolivia, o en referencia al país, en los estudios sobre comunicación popular y alternativa se nombran principalmente experiencias establecidas desde la década de los 40 a los 90, entre las más relevantes se encuentran las radios sindicales mineras, radios populares y educativas católicas, las radios comunitarias, indígenas y campesinas, los semanarios Prensa y Aquí, los Cuadernos de Comunicación Alternativa y el Sistema Plurinacional de Comunicación. Estos estudios sitúan esas experiencias en coyunturas políticas complejas, debido principalmente a que, al igual que en el resto de la región, se pasaban por periodos dictatoriales que eran enfrentados muchas veces desde los medios populares y alternativos, a nivel latinoamericano existían planteamientos reivindicatorios y cuestionadores sobre el verdadero derecho a la información, a la comunicación, al desarrollo, la educación, la democracia, la participación, ligadas principalmente a la liberación y transformación social, y en lo internacional se establecían los debates por el Informe MacBride “Un sólo mundo, voces múltiples” y el planteamiento del Nuevo Orden Mundial de la Información y Comunicación (NOMIC), la recuperación de la democracia y la participación indígena activa en los procesos políticos.

En la Bolivia de hoy respecto a la comunicación popular y alternativa son muy pocos los trabajos que se tienen al respecto, en el trabajo desarrollado por Torrico sobre publicaciones del campo de la comunicación de 2001 a 2015, sólo existe en todo ese periodo una referencia sobre el tema la de Martha Dubravcic con el texto “Comunicación popular. Del paradigma de la dominación al de las mediaciones sociales y culturales” que fue realizada además en Quito.

Otras dos referencias actuales sobre comunicación popular y alternativa en Bolivia son la tesis de Badanes de 2020 que desarrolla la historia de la misma en las décadas de los 60 y 70 y varias tesis nacionales e internacionales sobre el Grafiti de la organización Mujeres Creando como medio alternativo.

Sobre el balance y las perspectivas de la comunicación popular y alternativa en Bolivia no existen trabajos referenciados en buscadores bibliográficos.

 

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